Hace unos días empecé a leer «Metro 2033. El último refugio» de Dimitry Glukhovsky, y no sé porqué pero llevo dos noches seguidas soñando con ese metro de Moscú apocalíptico de la novela. Un lugar terrorífico. Quizá por eso hoy me han entrado ganas de escribir algo sobre este legendario laberinto subterráneo.
El metro de Moscú se empezó a construir bajo el gobierno de Stalin. La idea era que debía convertirse en un lugar que despertara admiración. Tenía que mostrar lo mejor de la arquitectura y el diseño soviético para que el que allí bajara pensara en lo privilegiados que eran los rusos. Así, algunas estaciones exhiben un impresionante despliegue de ornamentación política. Adornadas con brillante mármol, cromo, vidrieras de colores, una intrincada estatuaria y un perfecto trabajo en mosaico, eran un verdadero monumento al socialismo.
La primera línea de metro abrió en 1935 entre Sokolniky y Komsomolskaya, y la construcción del metro siguió durante los años 30 y no paró en la II Guerra Mundial (la «Gran Guerra Patriótica» en Rusia). Durante el sitio a Moscú, entre el otoño y el invierno de 1941, las estaciones de metro se utilizaron como refugios antiaéreos. El consejo de ministros movió sus oficinas a la estación de Mayakovskaya, y fue el lugar elegido por Stalin para dar algunos de sus discursos.
Años más tarde, ya durante la Guerra Fría, se construyó una nueva línea de metro muy profunda cuya planificación respondió a la idea de servir de refugio en el caso de que estallara una guerra nuclear contra Estados Unidos (línea Arbatskaya).
Unos de los rumores famosos que circula (pero que nunca se ha llegado a verificar) es el del «Metro-2». Se trataría de una red de túneles comenzados a construir bajo el gobierno de Stalin que permitirían a las autoridades huir de la ciudad en caso de emergencia. Se supone que más tarde se fueron ampliando los túneles hasta formar un entremado que entrecruzaría la ciudad. Estas líneas de metro serían más profundas que las públicas, y estarían en unas condiciones deplorables.
Otra leyenda cuenta que existe uns ciudad subterránea enorme debajo de la zona de Ramenki, a la que también se llega por el «Metro-2». Debía servir como refugio antiaéreo, diseñada para acoger entre 12.000 y 15.000 personas durante 25 años.
Una historia muy curiosa: Los perros perdidos del metro de Moscú
En la era soviética, los perros tenían prohibida la entrada al metro. Hoy en día entran en el metro y duermen en los sillones vacíos, dan con el hocico a los pasajeros y hacen vida en las estaciones.
Un grupo de zoólogos ha empezado a estudiar a estos callejeros y lo rápido que están adaptándose a la cambiante ciudad. Un ejemplo de ello es el recorrido que hacen estos amigos de cuatro patas cuando cogen el metro por la mañana desde las zonas suburbanas hasta el centro de Moscú. Si quieres leer la noticia original donde hablan más extensamente de ello puedes hacerlo aquí:
In Moscow’s Metro, a Stray Dog’s Life is Pretty Cushy – Artículo en el Wall Street Journal