Quizá sea su cada vez más acusada despoblación la que da fama de dura y agreste a Soria. O quizá sus páramos áridos azotados por el viento. Lo que está claro es que tiene multitud de puntos interesantes a visitar. Y en los pocos días de Navidad que pasamos allí nos faltó tiempo para recorrer más kilómetros de sus carreteras solitarias.
Almarza
Para las temperaturas que se suelen dar en estas tierras, nos encontramos con un principio de invierno suave. Unas mañanas de Diciembre soleadas que nos acompañarán en las diferentes idas y venidas desde Almarza.
Los días de Navidad son complicados para encontrar alojamiento. Hubiera preferido dar con una casita más cerca de La Laguna Negra. Pero finalmente fuimos a parar a la pequeña población de Almarza. Y no fue una mala elección. Nos alojamos en una bonita casa rural de pueblo restaurada, con un fuego a tierra como protagonista del comedor, fuego que nos acompañó las tardes que pasamos frente a él. Información de la casa – Casa rural El Acebal
Lo más interesante de Almarza se encuentra en su plaza principal, en los edificios de piedra que la rodean y en la iglesia que preside el conjunto. Lo que más me llamó la atención de la iglesia fue su campanario y los nidos gigantescos que lo coronaban. No pude ver a las cigüeñas, no sé si por falta de oportunidad o porque todavía no habían vuelto al nido. Pero la estampa del nido gigantesco rodeada de pájaros era curiosa. Si quieres saber más sobre la migración de las cigüeñas haz click aquí.
Numancia
El mito en el que se convirtió Numancia hace de este punto de Soria una visita imprescindible. Partiendo de un hecho histórico como fue el cerco romano de Escipión, los acontecimientos acaecidos en Numancia fueron ampliamente difundidos a través de relatos más o menos verosímiles.
La población celtíbera que habitaba Numancia, en el conocido como Cerro de la Muela, ya había tenido su primer conflicto grave con Roma en el año 153 a.C. Pero es el conflicto del año 134 a.C., cuando tuvo lugar el cerco de trece meses al que Escipión sometió a la ciudad, el que inspiró a los autores grecorromanos a escribir profusamente sobre lo que allí ocurrió.
La visita guiada, que es mejor reservar con antelación, incluye el recorrido por el yacimiento arqueológico y por una recreación de varias casas celtíberas tal como debieron ser en el siglo II a.C.
San Juan de Duero
Las peculiares arquerías del claustro de San Juan de Duero se han convertido en un icono del arte románico. Situado a las afueras de la ciudad de Soria, en el margen izquierdo del río Duero, la construcción del monasterio está datada entre los siglos XII y XIII.
Lo que queda de él se puede visitar sin aglomeraciones en estas fechas de invierno. De hecho tenía muchas ganas de ver este claustro tan distintivo del arte medieval. Y pudimos hacerlo prácticamente solos. En esa mañana del 30 de de Diciembre las afueras de Soria estaban casi vacías. Y tanto en San Juan de Duero como en el parque que se encuentra cerca del monasterio prácticamente no había un alma.
Para saber más sobre San Juan de Duero y sus horarios de visita haz click aquí.
La Laguna Negra
Llegó el 31 de Diciembre. Y qué mejor que pasar la última mañana del año en medio de la naturaleza. Sobretodo si es en un sitio como la Laguna Negra.
Paraje de leyendas algo tenebrosas, este lugar enclavado entre los Picos de Urbión es una visita obligada en Soria. Situada a 1.750 metros de altitud, y rodeada por bosques de pinos y hayas, en Diciembre nos la encontramos con un clima extrañamente apacible.
Hay algo de nieve repartida aquí y allá. Y gran parte del lago está helado. Pero llegamos sin problema al primer parking para emprender la caminata hasta la cima. Son sólo dos kilómetros de camino asfaltado y rodeado de bosque. Un pequeño paseo que te recompensa al llegar al circo glaciar.
Al bajar de la cima decidimos parar a comer en Vinuesa. No entramos al corazón del pueblo porque ya era tarde y había que preparar la cena de fin de año. Pero tomamos un menú en un restaurante situado en las afueras que fue excelente – Restaurante La Laguna Negra
Una pequeña ruta por Las Tierras Altas
Ya bien entrada la mañana del día 1 de Enero, una vez superada un poco la resaca del día anterior, cogimos los coches y nos dirigimos a realizar una pequeña ruta por las Tierras Altas.
Según se puede leer en la página Turismo de Soria al describir esta región: «Es la sierra por antonomasia. El aire, violento. Los pueblos, de piedra. Las gentes recias. Las Tierras Altas.» ¿No es llamativo para ir a echarle un vistazo?
Si esta zona ya está bastante sola durante el año, podéis imaginarla una mañana de un 1 de Enero. No recuerdo cruzarnos con muchos vehículos. Ya bien pasado el Puerto de Oncala quizá con ninguno.
Al bajar del coche para contemplar las vistas desde el Puerto de Oncala el frío arrecia. Hace un día soleado y tranquilo, pero a los 1.453 metros que se encuentra el puerto sopla fuerte el viento. Con el cuerpo algo destemplado por la noche anterior, no tardamos mucho en seguir por la carretera.
Nuestra siguiente parada es en Santa Cruz de Yanguas. Ilusos buscamos un bar donde quizá podamos tomar algo calentito. No vemos nada abierto. Durante nuestro paseo por el pueblo sólo nos encontramos con un gato descansando sobre la piedra de un murete.
En busca de dinosaurios
Y nuestra última parada me sorprende gratamente. Es Bretún, plagada de huellas de dinosaurio. De hecho se pueden encontrar en varios tramos de la ruta, pero es en Bretún donde se encuentran en mayor cantidad.
Era la primera vez que veía icnitas sobre la roca. Algunas estaban profundamente marcadas y podía reconocerse perfectamente la huella del dinosaurio que en su momento había pasado por allí. Si estás interesad@ en la paleontología te encantarán estos yacimientos. Hay varios repartidos en los alrededores de Bretún.
También es totalmente recomendable dar una vuelta por el pequeño pueblo. Nuestro paseo a través de sus bonitos edificios color tierra fue totalmente solitario; la verdad es que parecía un pueblo desierto.
La ruta por las Tierras Altas sigue bastantes kilómetros más. Pero después de la noche de fin de año las fuerzas no daban para mucho. Así, decidimos volver a Almarza para acabar de pasar el día alrededor del fuego a tierra de la casa y despedirnos así de estos días.